Foto: Andreas Kretschmer/ Flickr (Licencia Creative Commons).
“Es que yo no entiendo nada”, me dijo el cliente.
Por más que trataba de explicarle su situación jurídica, no lograba comprenderme, por lo que debí recurrir a palabras muy sencillas para que lo hiciera.
¿Por qué desde un inicio no hablé de manera simple?
Fue ahí que confirmé lo que había pensado durante mucho tiempo: los abogados tendemos a hablar de forma muy complicada, con términos a veces demasiado “elevados”, que en ocasiones generan que no nos entiendan.