¿Qué es el principio de inocencia y por qué es tan importante respetarlo?

¿Ha juzgado alguna vez a una persona por lo que le dijeron de ella o por una primera impresión, sin tener todos los hechos a mano, ni escuchar la versión de esta?

¿Le ha sucedido que, después de que logra escuchar el punto de vista de esa persona, a la que juzgó anticipadamente, su opinión cambia?

Efectivamente, en ocasiones, cuando hemos sido confrontados con la otra cara de la moneda o versión de los hechos, nuestra opinión de la situación o de la persona varía, o al menos cuestionamos la versión inicial.

A veces, avergonzados de nuestro juicio errado, no nos ha quedado más que pedir disculpas.

Traslademos esta situación a un conflicto de mayor magnitud, que puede tener implicaciones legales en contra de una persona, especialmente contra su honra y hasta libertad.

Imagine que un día usted va corriendo por la calle y un transeúnte se ve despojado violentamente de artículos de gran valor (delito de robo agravado, supongamos).

Como usted iba corriendo y todo ocurrió muy rápido, alguien que lo vio se convenció de que usted fue el que cometió ese delito de robo agravado.

Crédito de la foto: Koen Jacobs /Licencia Creative Commons (Flickr).

Pero usted no tuvo nada que ver. No obstante, dicho testigo asegura con vehemencia que fue usted el que cometió los hechos y la víctima -que no vio bien a su agresor- le cree al testigo y lo denuncia.

Las autoridades lo arrestan y en las redes sociales y en algunos medios de comunicación suben fotos suyas y alegan que usted es un “ladrón”.

Su reputación se ve profundamente afectada y ahora es conocido por todos como un “peligroso ladrón”.

Claramente, quienes publicaron en redes sociales y en los medios que usted (inserte su nombre) es un “violento delincuente” están violando el principio de presunción de inocencia. Están asegurando que usted cometió un hecho, sin que así se haya probado.

Concepto

Este principio establece que mientras no exista una sentencia firme (es decir, que no sea definitiva aún) dictada por un tribunal que haya respetado el debido proceso y su derecho a defenderse, usted debe ser considerado inocente.

El voto 16384 – 2010 de la Sala Constitucional define muy bien esa presunción o estado de inocencia:

“El artículo 39 de la Constitución Política y el artículo 8, inciso 2,  de la Convención Americana sobre Derechos Humanos consagran el estado de inocencia como derecho fundamental, en virtud del cual, ninguna persona puede ser considerada o tratada como culpable hasta tanto no exista una decisión jurisdiccional definitiva de culpabilidad, que se haya dictado como producto de un juicio con todas las garantías, y en el que la culpabilidad haya quedado plenamente probada con sustento en pruebas lícitas incorporadas de forma válida al proceso”.

Entonces, para que una persona sea considerada culpable  de un delito, debe suceder lo siguiente:

-Debe haber una sentencia firme, definitiva, que ya no pueda ser apelada. Es decir, el imputado (al que se le acusa de un delito) debe haber agotado todas sus posibilidades de apelación.

-La decisión la debe haber tomado un tribunal compuesto por jueces, la culpabilidad no puede decretarla cualquier persona, ni un tribunal creado especialmente para usted. Debe ser un tribunal que ya existía.

-Debe haberse seguido un juicio justo, en el que usted pudo defenderse y en el que se hayan respetado todos sus derechos.

-Para declararlo culpable, debe haber pruebas que hayan sido obtenidas de manera legal y que tengan fundamento.

Las reputaciones de muchas personas han sido profundamente golpeadas por el irrespeto a este principio, por lo que debemos tener mucho cuidado cuando hacemos afirmaciones de alguien sin tener todo el panorama, incluso cuando todo pareciera estar en contra de una persona.

No estuvimos ahí, ni presenciamos los hechos. Entonces, ¿cómo podemos cuestionar el estado de inocencia sin que se haya juzgado aún a la persona?

Pensemos que algo similar a lo narrado en este escrito nos pasara a nosotros (que nos acusaran de algo que no hicimos). Solo así podremos entender la relevancia de este principio y la necesidad de resguardarlo.

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